El Potus blanco (Epipremnum aureum 'N' Joy') requiere cuidados similares a los de otros Potus, pero necesita un poco más de luz para mantener sus colores vibrantes. A continuación, se detallan los cuidados más importantes: 
Luz:
El Potus blanco necesita luz indirecta, evitando el sol directo que puede quemar sus hojas. 
Se recomienda ubicarlo cerca de una ventana, pero tamizada con una cortina o a una distancia que evite el sol directo. 
A diferencia del Potus clásico, esta variedad necesita más luz para mantener sus colores distintivos. 
Riego:
El riego debe ser moderado, evitando tanto el exceso como el déficit de agua. 
Es ideal dejar que la tierra se seque entre riegos. 
Se recomienda regar una vez por semana en invierno y cada dos o tres días en verano, dependiendo del calor y la humedad del ambiente. 
Temperatura y Humedad:
El Potus blanco prefiere ambientes cálidos, con una temperatura mínima de 15°C. 
Aunque se adapta bien a la humedad normal del hogar, aprecia un ambiente más húmedo, como una humedad del 50% o 60%. 
Se puede rociar ocasionalmente, pero es preferible utilizar un humidificador, especialmente en invierno, para evitar manchas en las hojas. 
Evitar corrientes de aire frío. 
Sustrato:
Se recomienda utilizar un sustrato bien drenado, que permita que el agua no se acumule en las raíces.
Se puede utilizar una mezcla de tierra, turba y perlita para mejorar el drenaje. 
Fertilización:
Se puede fertilizar una vez al mes durante la temporada de crecimiento (primavera y verano) con un fertilizante líquido para plantas de interior.
Evitar fertilizar en invierno, cuando la planta está en reposo. 
Plagas:
El Potus blanco es susceptible a plagas como la cochinilla algodonosa.
Se recomienda revisar la planta regularmente en busca de plagas y, en caso de encontrarlas, eliminarlas manualmente o con un insecticida natural como el aceite de Neem o el jabón potásico. 
En resumen: El Potus blanco es una planta relativamente fácil de cuidar, pero requiere de una ubicación adecuada (luz indirecta), riegos moderados, temperatura y humedad adecuadas, un sustrato bien drenado, fertilización regular y control de plagas para mantener sus colores vibrantes y saludables.